Querido Lane,
las cosas no van como esperaba. He conocido a un hombre. No puedo hacer nada por evitar sentirme atraída por él, lo he intentado. Sé que no me conviene. Es uno de esos hombres que nunca promete nada, que te obsequia con un poco de tiempo entre tareas y que nunca te hace sentir más que cualquier otra mujer que podría cruzarse por la calle, pero me gusta. Quizás es solo porque es atractivo. La cuestión, Lane, es que lo he idealizado en mi cabeza. Realmente no me apasiona, pero hago que me apasione, me obligo a que sea parte de mí. ¿Por qué?. He quedado con él varias veces e incluso hemos llegado a hacer el amor, ni aún así se le puede considerar una persona caliente, sino más bien emocionalmente vaga. Mi inconsciente sigue insistiendo en que es para mi, pero yo empiezo a creer lo contrario. Teníamos planeado algo, un viaje juntos. Creo que en vez de eso tengo que decirle que no quiero volver a compartir nada con él. Necesito deshacerme de ese nudo que tengo en el estómago y que me provoca el no saber que piensa. Un hombre demasiado simple para mi, o eso creo. No quiero ideales, quiero realidades. Me desespera su parsimonia y su falta de prisas. Es demasiado paciente para estar enamorado. No quiero sufrir por culpa de la inconsciencia de mi inconsciente. Deseo desear, no estoy obligada a ello. Y si, racionalmente deja mucho que desear aunque, claro está, ojalá fuese como cree que es el inconsciente. Sería ideal.
Siento decirte esto así y ahora, pero tenías que saberlo Lane. Espero poder mandarlo lejos muy pronto, te lo prometo.
Tuya,
Ed.
I.Ledman