Nunca des lugar a que te echen a patadas de un lugar, vete tu antes.
Miserables mendrugos y detestables señoritas, no los quiero volver a ver en mi vida. Que desonor compartir una comida tan buena con tal pandilla de inútiles. Mientras comía las gambas tenía la sensación de estar arrancándole la cabeza a la gordinflona de dedos rechonchos que se sentaba delante mía. Uñas rojas mal pintadas. Una boca grande llena de aceite y vinagre. ¡Qué manera de comer! Si pudiera hubiera escapado de allí, corriendo, a cualquier otro lugar. Hubiera disfrutado más de las habas.
Otro día juro que salgo corriendo. Odio las comidas en compañía de desconocidos. Odio esos dichosos restaurantes baratos. Me deprimen.
Lou