samedi, octobre 29

Los momentos de lucidez de Greg

- ¿Por qué soy tan desgraciado?, pregunta Greg
- Quizás porque vienes aquí y te pasas la tarde mirando a la nada, dice Mary.
- Siempre vengo con la predisposición de coger un libro de poemas de Carver y acabo en la sección de la sonrisa vertical. No sé que hacer Mary, quizás debería irme a otro lugar.
- Creo que allá donde vayas el problema va a ser el mismo, Greg. Las mujeres están en todas partes.
- No creo que sean las mujeres, creo que soy yo mismo. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Fuiste tu la que te acercaste a mi. Yo estaba sentado en la barra mientras los demás bailaban en la pista, te acercaste después de observarme durante un buen rato y me preguntaste si podíamos irnos juntos.
- Quizás llevas escrito en el rostro que te sientes solo, por eso las mujeres nos acercamos a ti.
- ¿Es eso lo que sentiste?, ¿lástima?
- No es lástima Greg. Eres un hombre atractivo y elegante, distinguido. La multitud a tu alrededor parece inquieta y tu, en cambio, estás totalmente paralizado. Digamos que te haces ver.
- Eso no es problema mío Mary, sabes que soy inaguantable.
- De lejos pareces de todo menos inaguantable. Después si, eres inaguantable. A la que abres la boca se sabe que millones de mujeres han pasado por tus brazos. Es eso lo que nos asusta, ¿sabes?. A nadie le gusta sentirse uno más, alguien pasajero. Y tú haces sentir eso desde que despegas los labios para pronunciar una palabra. La única opción que nos queda, entonces, es utilizarte. Follarte todas las veces que sean necesarias, hasta saciar nuestra sed, y luego dejarte tirado. Creo sinceramente, Greg, que es eso lo que asusta a tus mujeres.
- Yo no lo creo.
- Creo que lo sabes, pero eres demasiado orgulloso para reconocerlo. Con tu historial de mujeres no puedes esperar que alguna espere tener algo serio contigo.
- Muchas han querido tener algo serio conmigo, Mary.
- Hasta que se han dado cuenta de que lo tuyo no tiene remedio. No quiero ofenderte, pero a nadie le gusta sentirse una mierda cuando va cogida del brazo del que presuntamente es su compañero. No haces otra cosa que mirar a todas las mujeres que pasan y hacer comentarios alagadores sobre ellas. Es imposible sentirse querida a tu lado Greg, imposible.
- ¿Por qué os mjolestará tanto eso?
- Dios, me pones histérica. No puedo contigo, lo siento.