jeudi, octobre 22

Dan, voy a desaparecer. Me he tomado el fin de semana libre y me voy a el fin del mundo, donde nadie me va a ver. Necesito ordenar mi cabeza. Llevo dos maletas: en la primera llevo los diccionarios, el portátil, los blocs de notas, los bolígrafos, Charlie Parker y música de los ochenta; además del anorak donde llevo envueltas la nikon, la kodack y la zenit. Mañana compraré los carretes para la analógica. Llevo la grabadora también. Hace tiempo que no grabo a los pájaros. Necesito leer poesía en voz alta. Llevo un maletín con las siguientes obras: el principito -para las noches no hay nada mas increíble-, los mecanismos de defensa del yo -escrito por la hija del señor Sigmund Freud-, Poesía de Pablo Neruda, cuentos de Murakami - en italiano- y por último por quién doblan las campanas, de Ernest Heminway. Además de eso, tengo pensado escribir un par de relatos cortos para enseñártelos cuando nos veamos. No hay nada que me inspire más que el aislamiento del exterior.
¿Que te parece? Seguro que te encantaría acompañarme. Pues te digo que solo necesito mi cama calentita y mi ordenador, mis dedos conseguirán quitarse el frío de encima.
Ah! olvidaba decirte que me llevo para ver algún film, de David Lynch, por ejemplo; aunque tendré que verlo durante el día, pues no querría que el insomnio se apoderara de mi mente.
También llevo todo tipo de fruta, verduras, pasta, quesos, embutido y varias cosas más. Whiskey, vino y cerveza. Marihuana, aunque no sé si la necesitaré. La mente está clara sin ella en ese lugar, no es como en la gran ciudad.

En fin, espero que no te mueras de envidia si es que llegas a leerme antes de mi vuelta. Cuando llegue ese día traeré tantas letras para tí que te dará vueltas la cabeza.

Hasta ese día, adiós al mundo exterior.



Lou

mardi, octobre 20

Retratarse a uno mismo

Acaba de cerrarse la puerta.
Estoy a oscuras, encerrada en la habitacion de mi hermano mayor. Huele a cenizas y restos de esperma. Antes de entrar he cogido de la caja de papeles, un papel que tenia escrita la palabra submarino en letra pequeña y lo he colgado en la puerta de su habitación, así que ahora nadie puede entrar, porque eso significa que yo estoy dentro. Si alguien intentara entrar podría hacer algo demasiado desagradable.
Estoy en un submarino, mi submarino. Tengo los ojos abiertos, pero no veo nada. He hecho desaparecer uno de mis cinco sentidos, la vista, así que ahora, el tiempo que pase en el submarino no tendre ojos y mi olfato, tacto, gusto y oído serán un poco mas agudos.
No tengo ojos. Estoy pensando que no tengo ojos y me llevo las manos a tocar los globos oculares, húmedos y tibios, y los siento muertos. Abra los ojos todo lo que los habra no consigo ver nada.
Aspiro hondo de nuevo y huelo a sexo. Un olor dulce y desgarradoramente adictivo. Estoy ya respirando a un ritmo muy acelerado, un ritmo que va augmentando conforme ese olor llega a mi interior. Estoy sentada en el suelo de mi submarino, al lado de la entrada. Mis pies sucios de andar por casa estan apoyados en el suelo, mi espalda -desnuda- en la puerta, mis manos en mis muslos.
Ya me he hecho a la oscuridad. Me estoy acercando sigilosamente a la cama. Allí es de donde llega todo lo que huelo. O de allí o del rincon que da al patio, donde lo veo siempre masturbarse por las tardes, despues de comer. Me estoy acercando, palpando el frío de cada rayola del suelo, la textura suave de las sabanas y la ropa tirada por el suelo. Tanteo buscando aquel rincón, el rincón donde siempre le veo. Mientras tanteo pienso lo que estoy escribiendo, pienso que estoy escribiendo, pienso que he llegado al rincón y que he encontrado unos calzoncillos de mi hermano tirados cerca de allí, en el suelo. Los tengo en la nariz. Los huelo como si estuviera poseída por una sombra interna que no me deja interrumpir la acción; como si sollozara sonoramente y atragantandome con mi propia saliva; con tantas ansias que creo que si no paro acabare por hacer mío ese olor. Todo mi cuerpo tiene ahora ese olor. Mi cuerpo reconoce ese olor como suyo, y he tirado los calzoncillos al suelo como si fueran pescado comido.
Ya no me sirven. Ya no los quiero.
Estoy buscando a tientas la cama, que no encuentro. No logro tocarla. En la oscuridad todo a desaparecido. Me siento aturdida. Estoy pensando solamente que quiero encontrar la cama, quiero tocarla. La toco. Me estoy quitando la ropa y la estoy dejando en el suelo. Estoy subiendo mi pierna desnuda a la cama. Mi sexo queda abierto por un momento, y de repente se cierra cuando he subido la otra pierna. Una gota de mí a caído en la sábana.
La noto en mi muslo. Quiero inclinarme y olerla, pero me siento exhausta.
Como un feto dentro de una placenta cálida me dejo escurrir entre las sabanas.
Mi atención está en el frío que provoca la gota en mi muslo, un frío que me hace estremecer.
Y ahora, me he quedado dormida, porque ya no puedo mantener abiertos los ojos por mas tiempo.

No, hoy no.

Lou

dimanche, octobre 18