vendredi, juin 26

Gouffre

Gouffre
Al me dijo que debía cepillarse los dientes antes de salir. Hacía ya media hora que lo esperaba y me estaba poniendo nervioso. Salí de la habitación dejándolo a él solo hablando de su vida sentimental con Nora, que a mi poco me importaba. Me quedé fuera, sentado en el pasillo. La casa de Al era de pasillos grandes, con el suelo forrado de moqueta roja, cuadros de muchísimos pintores colgados por todas las paredes - pintores muy célebres, Al lo repite a cada instante -. La baranda que da a las escaleras es de hierro. La pintamos de blanco hace 2 años y medio. Esta casa la reformamos juntos. Siempre miro la barandilla de hierro que pintamos juntos mientras Al acaba de prepararse, porque nadie sabe lo que Al puede llegar a tardar si se lo propone. Miro la barandilla y me vienen en mente recuerdos. Recuerdos de Al y yo llenos de pintura, revolcándonos por la moqueta y golpeándonos el uno al otro; recuerdos de las carreras por la casa, para ver quien encontraba primero la botella de whisky que habíamos escondido la noche anterior. Nunca me ha gustado pensar en el pasado. Prefiero pensar en el presente porque me hace sentir mas seguro. Pienso en el pasado solo en los momentos en que algo, algo externo, me transporta. En esas ocasiones me dejo llevar. Me gusta saber que lo que viví aún está en mi memoria, aunque no esté en la de nadie mas. Pero me entristece no poder tocar esos momentos. El pasado no existe, porque no puedo tocarlo. Porque ayer mismo yo mismo estaba sentado aquí esperando que Al se hiciera el nudo a la corbata y se metiera la camisa en los pantalones, mirando la barandilla y pensando. Y pienso, pienso que no vale la pena recordar porque te invade la nostalgia. Y ya no recuerdas tampoco lo que viviste y como lo viviste. Lo revives con mas pasión, lo anhelas más y más. Porque ya nunca podrás recuperar ese momento.
- Dan, estoy listo. Nos vamos?
- Si, solo te esperaba
- Otra vez mirándonos bajar las escaleras corriendo?
- Me temo que si
- Anda vámonos que falta poco para que se ponga

Me coge de las manos y me levanta del suelo. De pie, nos miramos, y Al me sonríe, con esa sonrisa suya, que no enseña los dientes, solo alarga los labios. Y me siento bien, porque estoy con él. Llegamos al Gouffre, como cada tarde. Nos tumbamos y leemos. Y esperamos a que se vaya el sol.
Me encanta ver a Al tumbado en el suelo, con la camisa desabrochada y los pantalones azul marino con el cinturón negro que le tapan el ombligo, y sostiene el libro sobre su cabeza. Y susurra todo lo que lee. Es lo que mas me gusta de Al.

i.c