mercredi, octobre 27
El chico del esmoquin negro y los pantalones color crema de terciopelo
James Carpenter se pasea por los jardines de la facultad a todas horas. Lo veo pasar solo, acompañado de algún amigo, con alguna mujer cogida del brazo, hablando por teléfono, leyendo en voz alta...
He encontrado el lugar idóneo y me paso allí las horas muertas de mi mañana, con un libro entre las manos, deseando verlo pasar. Es curioso, siempre presiento su entrada en escena, es algo sorprendente. Estoy concentrada en la novela hasta que me decido a levantar los ojos y, al segundo, aparece el. La primera vez que lo he visto hoy, a pasado solo. Llevaba un un vaso de plástico en la mano, un café, supongo. Era temprano, así que aún tenía cara de sueño. A veces tiene la mirada mucho mas viva a primera hora de la mañana, pero hoy parecía no haber dormido demasiado. ¿sexo?¿copas?. No quiero ni pensarlo. En fin, ha pasado rápido. He tenido tiempo a ver como sorbía su bebida caliente. Lo he anotado, junto a la hora, en mi cuaderno. He seguido leyendo un buen rato mas, pero no ha aparecido. Siempre acabo por levantarme para ir al baño o a la biblioteca y, al volver, pienso que ha pasado sin que yo estuviera allí. Eso me deprime. Aunque puede que sea una suerte, pues lo que mas odio, es verlo pasar rodeado de chicas. A veces, cuando va acompañado, no me parece él -tal y como lo tengo idealizado-. Me parece un mendrugo rodeado de putas baratas. ¿por qué es tan difícil hacerse notar? No tengo respuesta. Ojalá fuera yo una de esas pécoras que lleva bajo el brazo. Adoraría estar entre sus brazos. Un paseo junto a un esmoquin negro, unos pantalones de vellut...mi gabardina roja no se resentiría. Que buena pareja. Lástima que no sea así.
Sigo observando.
James Carpenter se pasea por los jardines de la facultad a todas horas. Lo veo pasar solo, acompañado de algún amigo, con alguna mujer cogida del brazo, hablando por teléfono, leyendo en voz alta...
He encontrado el lugar idóneo y me paso allí las horas muertas de mi mañana, con un libro entre las manos, deseando verlo pasar. Es curioso, siempre presiento su entrada en escena, es algo sorprendente. Estoy concentrada en la novela hasta que me decido a levantar los ojos y, al segundo, aparece el. La primera vez que lo he visto hoy, a pasado solo. Llevaba un un vaso de plástico en la mano, un café, supongo. Era temprano, así que aún tenía cara de sueño. A veces tiene la mirada mucho mas viva a primera hora de la mañana, pero hoy parecía no haber dormido demasiado. ¿sexo?¿copas?. No quiero ni pensarlo. En fin, ha pasado rápido. He tenido tiempo a ver como sorbía su bebida caliente. Lo he anotado, junto a la hora, en mi cuaderno. He seguido leyendo un buen rato mas, pero no ha aparecido. Siempre acabo por levantarme para ir al baño o a la biblioteca y, al volver, pienso que ha pasado sin que yo estuviera allí. Eso me deprime. Aunque puede que sea una suerte, pues lo que mas odio, es verlo pasar rodeado de chicas. A veces, cuando va acompañado, no me parece él -tal y como lo tengo idealizado-. Me parece un mendrugo rodeado de putas baratas. ¿por qué es tan difícil hacerse notar? No tengo respuesta. Ojalá fuera yo una de esas pécoras que lleva bajo el brazo. Adoraría estar entre sus brazos. Un paseo junto a un esmoquin negro, unos pantalones de vellut...mi gabardina roja no se resentiría. Que buena pareja. Lástima que no sea así.
Sigo observando.
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