dimanche, septembre 18

Sala de espera


Carl y Edie están sentados en un sofá de piel rojo, en una horrorosa sala de espera de un pequeño hospital. Hace más de media hora que esperan. Edie viste una falda de flores y una camisa blanca medio desabrochada, que deja entrever un par de senos bien desarrollados. Carl viste unos chinos granate y una camiseta de tirantes de color negro. Edie ojea una revista y tiene las piernas cruzadas hacia Carl. Carl tiene ambos pies en el suelo y mantiene una postura rígida todo el tiempo, se limita a mirar al fondo de la sala esperando que la puerta se abra.

-       Ed
-       ¿Si?, dice Edie sin levantar los ojos de la revista
-       ¿Crees que saldremos antes de la hora de comer?
-       No lo sé, tienen que hacerte varias pruebas
-       Dijeron que entraría a las doce y son las doce y media
-       Ya sabes como son estos lugares
-       No, no lo sé. Voy a levantarme.

Carl se levanta y empieza a dar vueltas alrededor de la sala de espera. Están solos, así que nadie le observa, ni siquiera Edie le presta atención.  

-       Ed
-       ¿Si?
-       ¿Puedo bajar a fumarme un cigarrillo?
-       Pues claro. Te sentará bien.
-       ¿No me acompañas?
-       No Carl, tengo que acabar de procesar una cosa, dice mientras le dedica una falsa sonrisa.
-       ¿Sigo importándote?
-       Si, dice Edie sin demasiado entusiasmo
-       No lo parece

Carl sale de la sala a paso rápido y se dirije fuera. Allí encuentra a una anciana sentada en un banco que bebe una taza de té. Los árboles que rodean el centro son penosamente pequeños. Además, en esta época del año no hay hojas en el suelo y los arbustos están verdes. Carl prefiere los colores pálidos. El marrón para las hojas de los árboles, por ejemplo, es mejor que el verde.

-       Disculpe, joven.

Carl no hace caso a la señora y sigue pensando en el paisaje desolador que tiene ante sus ojos. Está de un humor insoportable y tembloroso.

-       Oiga, joven!, la señora empieza a subir el tono de voz

Esta vez parece que Carl la ha oido y le dedica una mirada despectiva. A su parecer la señora emite sonidos que disturban su aparente paz contemplativa y le provoca racciones adversas-

-       Oiga usted, señora-, le espeta Carl furioso.
-       Vaya, joven, parecía usted apunto de caer al suelo. ¿Se puede saber que hacía?
-       Nada especial. ¿Por qué?
-       Su mirada perdida…¿no se ha dado cuenta?
-       ¿de que?
-       Ai…- , la señora exhala un suspiro.

Parece que pierde la esperanza de dialogar y sigue con sus asuntos. A Carl le molesta la gente que se dirige a él sin conocerlo y sin causa alguna. Sumando este aspecto a su inquietud se puede valorar como reacciona su organismo: aumentan los nervios y la inconsistencia.
Tira el cigarrillo al suelo y sin molestarse  a apagarlo se dirige hacia adentro del centro rápidamente.

En la sala de estar Edie sigue en la misma posición y con la misma actividad.

-       Esa dichosa revista, Ed, me está matando-, dice Carl acercándose a su oido.
-       ¿qué tal tu cigarrillo?
-       Molesto, ha sido molesto.
-       Y, ¿se puede saber por qué?
-       Interrupción. Vicio interrumpido.
-       ¿Damas o caballeros?
-       Damas, damas poco sensuales.
-       Una pena, ¿verdad?

La puerta de la consulta se abre y sale un hombre de mediana edad acompañado de la doctora. Se despiden en medio de la sala y la doctora coge su lista de pacientes. Empieza a nombrarlos.

-       ¿John Olne? (silencio), ¿Isaac Trapan? (silencio), ¿Carl Spone?
Carl se sobresalta al oir su nombre. Ed le mira y le hace un gesto con la cabeza para que se levante. Carl espera a que Edie se levante  entre con él, pero no eso no sucede.

-       Ed, acompáñame, por favor.
-       Carl, mueve el trasero.

El rostro de Carl pone la expresión de odio mas profunda que es capaz de lograr. Entonces se levanta y se dirige hacia la puerta. La doctora le saluda y ambos entran en la sala. Ed sigue la escena y vuelve a la revista en el momento en el que Carl desaparece tras la puerta cerrada.