Menage a trois
Esa noche empezó mal a las once, justo después de cenar. Estábamos todos en el apartamento de Pietro, que estaba justo encima del nuestro. Cuando digo todos quiero decir Dia y yo y los chicos. Habíamos cenado abajo pero nosotras no teníamos alcohol así que subimos arriba. Teníamos ganas de beber. Dia y yo habíamos pasado la tarde en el cine Odeón y paseando por Via Torino y estábamos de buen humor. Empezamos con un licor de café que solíamos tomar de postre allí. Cuando se acabó la botella abrimos vodka que habíamos comprado en Standa y lo bebimos con limonada. Hablabamos de todo y de nada. Los chicos no querían salir y tratábamos de convencerles. Fuera llovía y hacía un frío de muerte, pero en Milán si no dejas atrás el frío y la lluvia tendrías que quedarte todo el día dentro de casa. A la una eramos ya dos borrachas en medio de una jungla de pesados mamíferos reposando en el sofá. Que relajados estaban. Que excitadas estábamos nostras. Día y yo seguímos bebiendo mientras ellos veían la televisión. Cogimos música y escuchamos una canción que escuchábamos desde que habíamos llegado y nos hacia sentir mejor que bien. A eso de las dos bajamos a casa y empezamos a vestirnos. Pusimos la canción a todo volumen y el policía que vivía en el apartamento de al lado vino a llamarnos la atención, cosa que no importo demasiado porque a la que nos vio a medio vestir dijo que lo sentía, que solo quería ver que pasaba. ¿por qué los hombres se asustan tanto cuando ven a una desconocida en bragas? ¡no es para tanto!, pensé. Cogimos el paraguas y salimos. Salimos y ya no recuerdo como. Recuerdo solo que llovía muchísimo y nos propusimos hacer una carrera desde el portal. Los chicos miraban desde la ventana. Ellos dieron la salida. Nos pusimos cada una sus auriculares y teníamos que llegar a la parada de autobús antes de que acabara nuestra canción. ¡YA!. Luego recuerdo el frío que sentía, la humedad, el paraguas que caía para atrás por la velocidad que llevaba, a Dia delante de mi chillando y corriendo muy deprisa. Autobús. Cola del Mondays Hug. Guardarropas. Escaleras. Música. Baño. Consumición. Barra. Cuerpos. Dos chicos, dos chicos que bailan con nosotras. Me gustan. Me gusta que estén aquí con nosotras. Estoy borracha y no pienso en nada, no quiero pensar en nada. Bailamos, no recuerdo cuanto tiempo pero debio de ser mucho. Luego salimos. Sigue lloviendo y hace aún mas frío. Nos acompañan. Cogemos un taxi. Dia se sienta en el asiento de delante, yo en el de detrás en medio de los dos desconocidos. Damos nuestra dirección y avanzamos por Via torino hasta el Naviglio. En el taxi los dos desconocidos y yo nos besamos. Me siento en el aire. Me gustan ambos, no sabría a cual elegir. Nos seguimos besando y me percato de que Dia esta mirándonos. Al llegar a casa sale corriendo del taxi y sube a casa. Nosotros pagamos y subimos, parándonos por las escaleras. Entramos en el apartamento y Dia no está, ha debido de irse con Greg a dormir, habitación solo para mí. Entramos arrastrándonos y chocando contra las paredes. Las ventanas están abiertas, entra frío. Nos tumbamos en la cama y miramos la oscuridad. Nos besamos y hacemos el amor a tres.
Por la mañana todo, absolutamente todo, es otra historia.
tienes un don que hace que te enganches y no pares de leer hasta el final :)
RépondreSupprimerUna,
RépondreSupprimerLa jodida realidad bien relatada, aquí consta, como un anuncio de buena ginebra y en blanco y negro. A la deriva. Bien hecho.
Abrazos