Me gustaría que fuera verdad que está en Barcelona.
Ojalá lo hubiese encontrado ayer en el Betty’s, mientras le daba la mano a
René, mientras sonreía como una idiota. Dos cervezas, miradas a la mesa donde
nos sentamos juntos la segunda vez. La mesa donde nos conocimos llena siempre
de un grupo grande de gente, pero nada. Y pasé por el lugar, por donde pasamos
las últimas horas juntos.
Y tengo que aguantar que me escriba esa imbécil y me
diga que la cagué. Ya lo sé, lo sé de sobras. No hace falta que me lo
recuerdes, pero lo voy a remediar, de echo ya lo estoy haciendo. Cuando esto
coja forma y pueda llevarlo a recortar e imprimir todo tendrá sentido.
Y sabré que no has estado en Barcelona, que era todo
una mentira. Me lo dice para que me haga ilusiones, como diciéndome –ya te
gustaría, puta. Pero tiene razón, me encantaría. Así que lo dejaremos como está
y nos conformaremos con las monadas que te dicen que te relajes y que te llaman
la reina del drama. Hay que joderse. Es curioso, los líos en los que nos
metemos los seres humanos, que nos tenemos como enemigos si no nos conocemos en
una fiesta con cuatro copas de vino de por medio.
Acabo de desistir. Nada me parece moralmente
correcto. Todo erróneo. ¿por qué? Por momentos me asalta la duda, el por qué no
soy capaz de estructurar. Es muy sencillo: me siento herida, pues un hombre que
me gusta ha decidido ignorarme, y no tengo el control de la situación. No me
gusta su vida, ni lo que he visto, pero mi instinto me dice que tengo que
zanjarlo yo. La última vez que escuché su voz me dijo medio dormido que me
quería, y que me echaba de menos.
Ahora todo me parece extraño y absurdo. Si lo
viera, ¿qué le diría? Realmente no es mas que otro de los muchos hombres a los
que he besado y he dejado con el sexo en el aire. Quizás sea solo el echo de
que ha sido él el que de un día para otro ha decidido cortar con esto. Es
deprimente, de veras. Vuelvo a llamarle y no me coge el teléfono. Esto parece
un rollo de palabras sin sentido, debo ir por partes pero, ¿por dónde empezar?
Dios, esto no puede ser tan complicado...